Con el paso de los días, la situación en torno a Irán se
torna cada vez más tensa. Los preparativos para una operación bélica son
evidentes, pues a la región del golfo Pérsico continúan llegando fuerzas de EE.UU.
y de sus aliados. Según fuentes israelíes, para marzo allí habrá hasta cien mil
soldados. La parte iraní no permanece de brazos cruzados y ejecuta maniobras
militares de gran escala, ensayando la defensa de las instalaciones nucleares y
de la frontera naval. Incluso amenaza con un ataque preventivo, si “los
enemigos amenazan los intereses nacionales de Irán”.
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La crispación de las relaciones entre la República Islámica
con los países de Occidente de debe a la incierta situación en torno a su
programa nuclear. Teherán informa de nuevos éxitos: la puesta en marcha de otra
línea de centrifugas, en la que el uranio será enriquecido el triple más rápido
hasta el 20 %. Y a partir de ese uranio, es posible obtener, en tan sólo seis
semanas, uranio enriquecido al 90 %, de aplicación militar. Además, en Irán se
aceleraron los trabajos de traslado de las centrifugas enriquecedoras hasta la
planta subterránea de Fordo, a una profundidad de más de ochenta metros, y esto
las convierte invulnerables contra los ataques de aviación.
El 20 y 21 de febrero, Teherán negó al Organismo
Internacional de Energía Atómica (OIEA), la prometida visita a sus
instalaciones nucleares. A los inspectores les interesaba sobremanera el centro
Parchin, consignado en el informe del OIEA como el lugar de las pruebas de componentes
de un artefacto nuclear. Los iraníes expresaron que, Parchin es una
instalación nuclear, razón por lo que está cerrada para los extranjeros.
Con tal trasfondo, la carta reciente de Teherán, sobre la
disposición a reanudar las conversaciones con el “sexteto”, más parece una
maniobra de distracción y el intento de dar largas al asunto. La situación es
complicada. Sin embargo, de momento no existen razones concretas para aplicar
la fuerza contra la
República Islámica, considera Vladímir Evséiev, director del
Centro de Investigaciones Sociopolíticas:
–Es probable que Irán tenga planes de realizar una prueba
nuclear. La cantidad de material fisible que dispone Irán, en caso de que
terminara de enriquecer todas sus reservas de uranio, le alcanzaría para no más
de dos cargas nucleares, aunque con tal cantidad, ningún Estado optaría
por una prueba nuclear. Además, Irán no tiene cohetes que supongan una
amenaza para Israel. Los misiles Shahab-3 son vulnerables y no alcanzan a volar
hasta Israel.
Irán cuenta en este momento con un ejército y una flota
poderosísimos. Una parte de sus armamentos son de producción rusa. Se trata de
sistemas antiaéreos, incluidas baterías S-300, probablemente llegadas de
Bielorrusia, aviones, carros blindados, armas, minas submarinas. Submarinos
silenciosos “Paltus”, de la clase “Kilo”, pequeñas lanchas y submarinos de
Corea del Norte, demás de aviones livianos no tripulados. Y todo esto puede
causar un daño considerable a cualquiera flota. En publicaciones
occidentales
se habla ya, incluso, de un “potencial para una respuesta asimétrica”. Sin
embargo, todo quedará en nada con una operación terrestre de gran escala contra
Irán. Por lo demás, ella ni siquiera se debate, por el momento, explica Piotr
Topyichkanov, experto del Instituto de Economía Mundial y de Relaciones
Internacionales de la
Academia Nacional de Ciencias:
–Israel no puede hacer por su cuenta semejante
operación, y la comunidad mundial no está dispuesta a respaldarlo:
todavía no han sido resueltos problemas generados por la guerra en Irak y
en Afganistán. Pero, Israel puede desplegar otra operación bélica, parecida a
la que en 2007 llevó a cabo contra Siria: lanzar ataques aéreos y balísticos
contra instalaciones nucleares. Esto podría frenar el programa nuclear iraní.
Pero, hay que entender que, esa agresión preventiva desatará una crisis más de
la diplomacia internacional y en la
ONU.
El problema principal consiste en que los ataques aéreos no
destruirían los proyectos militares iraníes. Y ello, aunque Israel recibiera de
EE.UU. bombas anti-búnker, apunta Piotr Topyichkanov:
–Con seguridad no se sabe si Irán tiene o no instalaciones
nucleares ocultas. Sabemos de Natanz, de Kuma, de Isfahan, pero nadie puede
garantizar que existen otros centros en los que guarde materiales nucleares o
misiles.
Si Tel Aviv opta finalmente por una operación propia, tarde o
temprano se planteará lo de la participación en ella de EE.UU. Y entonces
existe el riesgo de que la guerra degenere de local a regional. Arabia Saudita
y Kuwait miran hace tiempo con malos ojos a Teherán. Las perspectivas de dicha
guerra son impredecibles. Por lo demás, es aun prematuro hablar de tal
desarrollo de los hechos, al igual como de un ataque inminente de Israel. Hace
unos días, el ministro de Defensa de Israel, Yehud Barack, manifestó que
Teherán no ha sobrepasado el punto irreversible de su programa nuclear, léase
como que, no ha tomado la decisión política sobre la creación del arma nuclear,
de manera que, no hay que apresurarse con una “operación quirúrgica”. Sin
embargo, la amenaza persiste, señala el politólogo israelí Alex Kogan:
–Israel puede decidirse a una operación. La experiencia de los
últimos años muestra que, el tiempo pasa mientras reúnes una gran coalición, y
debates unos que otros asuntos. Un viejo dicho inglés dice: si desea que se
haga algo, hágalo usted mismo. En Israel están acostumbrados a este juicio, es
una consigna que determina la política del Gobierno.
Dicha variante no es del todo necesaria para el Partido Demócrata
y el presidente Obama, en el año de las elecciones. Y aunque Washington
continúe incrementando una agrupación de choque en la región, su tarea es otra:
la presión sicológica. Pero, las acciones reales son tales que EE.UU. se empeña
en frenar los impulsos militaristas de Israel. Los emisarios estadounidenses,
que se afanan en impedir la guerra visitan, Jerusalén constantemente. En enero
estuvo allí Martín Dempsey, presidente del Comité Unificado de jefes de Estados
Mayores de las FFAA de EE.UU. Y del 18 al 20 de febrero, Jerusalén fue visitado
por Tom Donilon, consejero de la
Casa Blanca para asuntos de Seguridad Nacional. El portal
analítico-militar israelí DEBKA escribe que, en el curso de las agitadas
discusiones, su delegación no logró disuadir a los líderes israelíes de no
lanzar un golpe armado. No se sabe si lo logrará el jefe de la Inteligencia nacional
James Clepper, quien arribó al país el 23 de febrero. E incluso el presidente
Barack Obama, quien invitó para el 5 de marzo a Washington al primer ministro
Benjamín Netanyahu.
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